La rotación de Osorio

Juan Carlos Osorio, y sus nuevos métodos (Foto: Wikipedia).

Juan Carlos Osorio y sus nuevos métodos (Foto: Wikipedia).

Juan Carlos Osorio siempre ha sido un técnico polémico. Mucho más con la catastrófica derrota que su combinado actual, la Selección Mexicana, sufrió ante Chile por 7 a 0 en los cuartos de final de la Copa América Centenario.

Todo hizo implosión en un solo partido y las críticas arreciaron, como es natural. Lo interesante es que sólo una idea del decálogo de Osorio se planteó como la culpable: la rotación. No la formación inicial (con la que muchos periodistas concordaron), no el planteamiento táctico o estratégico, ni los cambios. La rotación.

Esta idea era criticada, de manera más suave, desde que el risaraldense era la cabeza de Atlético Nacional, cuando la nómina le permitió implementar esta premisa constantemente. Logró múltiples títulos con un equipo que era la fuerza dominante del fútbol nacional, tanto por poderío económico como deportivo.

La rotación en los clubes

Para entender la permanencia de este concepto en el técnico, un poco de historia: tras cinco años como preparador físico y asistente técnico en el Manchester City, dirigió tres equipos en Colombia, fue tres veces campeón del torneo local y dos veces de la Copa Colombia. Es un hombre con estudios universitarios. Posiblemente el único técnico con esa formación, junto a Jorge Luis Pinto, en el país. Esto determina su estilo pedagógico, que en el mundo del fútbol puede sonar a prepotencia, y su sistematicidad casi robótica al hablar, ante un público lleno de graduados de la ‘universidad de la vida’.

Al llegar a Millonarios, su primer club como director técnico, era el deseo de varios equipos. Osorio le dio un nuevo aire al equipo embajador. Si bien no logró luchar por los títulos, característica bastante común para el equipo blanquiazul en el momento, se veía la mano de Osorio. Era una escuadra ofensiva, que cambiaba de esquema táctico contra determinado rivales, y era competitivo.

Para esa época, su uso de la rotación era restringido. ‘La rotación’ se puede definir como el cambio constante de los miembros de un equipo titular o de esquemas tácticos, partido a partido. Así planteada una idea muy simple. En la aplicación, particularmente en una Selección Nacional, cosa harto difícil.

La nómina en Millonarios era limitada, con diferencias sustanciales entre los titulares y los suplentes, y el ‘carácter’ del jugador colombiano -mucho más restringido al futbol local- no le permitieron usarla, al menos no al extremo posterior.

Es en ese momento que se ganó el apodo de ‘El Recreacionista’: en Colombia, aquel que anima las fiestas infantiles de los niños pequeños, con juegos y actividades. Osorio fue el primero en utilizar sistemáticamente el entrenamiento físico con pelota, hacer ejercicios de juego sin arcos y emplear metodologías que buscaban potenciar las habilidades del jugador ya profesional. Un adelantado en el tiempo de muchos aspirantes a Maturana o ‘Bolillo’ Gómez.

En 2006, decía: «Jugar en una semana 90 minutos no sirve. Lo mismo que un atleta de fondo siempre trabaja en distancia, el futbolista necesita mejorar su parte anaeróbica, su explosión y su reacción».

De Millonarios emigra a la MLS, al Chicago Fire, llegando a los playoffs. Después fue a Red Bull New York. Ganó la Conferencia Oeste y perdió la final contra el gran Columbus Crew de Guillermo Barros Schelotto.

Pasó a Once Caldas y ganó su primer título local. Los mismos principios le dieron el triunfo. La rotación estaba contenida por la restrictiva nómina, pero su método, intacto. Su famosa libreta con garabatos azules y rojos ya eran una marca registrada. Eso, sin embargo, no lo libró de detractores, especialmente de una parte del fútbol tradicional, que prefería ver a los jugadores trotando en el cajón de arena.

¡Lo sé! ¡Lo sé!, me he extendido mucho, pero todo este repaso tiene una razón de ser: mostrar que Osorio siempre ha operado bajo los mismos principios. Empero, y para allá va este corto ensayo, creo que la derrota de la Selección Mexicana, la más dura desde 1978, lo obligarán a repensar ‘la rotación’. Además, ya llegamos a la parte en que Osorio pasa de ser un innovador del entrenamiento a un intento de revolucionario. Digo intento porque no dejó muchos discípulos en su paso por Colombia, al menos por ahora.

Juan Carlos Osorio, presentado en México (Foto: Especial).

Juan Carlos Osorio, presentado en México (Foto: Especial).

Aterrizó en Atlético Nacional en 2012, encabezando el ciclo más exitoso de los últimos años de un equipo colombiano.

Nacional es propiedad de la Organización Ardila Lülle, los principales patrocinadores del fútbol colombiano para la época y dueños del canal que transmite algunos partidos de la liga a nivel local. El torneo nacional se llamaba ‘Liga Postobón’, marca de los mismos dueños del club. La situación no se aleja mucho a la del fútbol mexicano con permanentes conflictos de intereses entre equipos, dueños y televisoras. El equipo antioqueño tenía la billetera para contratar a quién deseara localmente.

Polémicas aparte, Osorio construyó una máquina de ganar en Colombia. Al principio, recibió objeciones, porque, por primera vez, tenía los recursos para desarrollar su estilo hasta las últimas consecuencias. La rotación en pleno. Cambiaba cada partido de nómina y de esquema táctico. A veces con tres defensores, a veces con cuatro, a veces tres mediocampistas, a veces cuatro y así. También, confiando en la capacidad de sus dirigidos, movía a los jugadores de posición constantemente.

El caso más conocido es el de Stefan Medina, actual jugador del Pachuca de México. Fue central en divisiones menores y Osorio decide ponerlo de lateral por la derecha. El antioqueño rindió y fue convocado a la Selección Nacional. Jugó contra Uruguay un partido de eliminatorias para Brasil 2014 y su desempeño fue muy pobre. Desde ahí, porta un estigma en el conjunto nacional. En la Copa América jugó contra Costa Rica y no destacó. Aun así, ese partido me dejó algo claro: Stefan siente más ser central que lateral.

También hizo algo similar con Farid Díaz, actual titular del equipo nacional como lateral izquierdo. Buenas y malas.

Sobre esto, Jeimmy Sierra escribía para AS Colombia:

Mientras levantaba copas y el club se hacía cada vez más autosostenible, fueron varias las polémicas que desató y muchas las bocas que silenció. La rotación es quizá el aspecto que más ampolla levantó. Después vinieron sus famosos ‘experimentos’, cuando se atrevió a utilizar a jugadores en posiciones diferentes. Stefan Medina, Daniel Bocanegra y Farid Díaz son algunas de las fichas que potenció y que convirtió en polifuncionales.

Las ofertas de las selecciones nacionales lo siguieron desde sus años en Once Caldas, pero su paso por Nacional lo hicieron una opción realmente viable. Dirigió al Puebla en México, con malos resultados, y fue contratado por Sao Pablo, conjunto que dejó para tomar la Selección de México.

La rotación en México

Osorio siempre fue transparente sobre su método. A veces con tono catedrático, enumera principios sobre el fútbol, como si existiera un corpus canónico, una serie de axiomas, que deberían ser conocidos. Habla como los profesores de educación básica cuando enumeran las Leyes de Newton o las Leyes de la termodinámica. Esto puede causar cierta molestia, porque no existe dicho corpus, por lo que una presentación enumerada de principios es cuestionable. A muchos periodistas les suena a prepotencia.

Eso sí, Osorio no prometió algo que no haya hecho. Siempre defendió su rotación y sus métodos. El día que asumió anticipó que iba a causar debate: «Las oportunidades llegan y sé que me van a cuestionar, más como seleccionador que como entrenador, pero espero acertar porque esta es una gran oportunidad y espero darlo todo para cumplir con las expectativas».

Los resultados ayudaron al colombiano. En diez partidos, ganó nueve y empató uno. Envidiable. Sin embargo, la rotación causaba cierta incomodidad en la opinión pública mexicana. A veces jugó bien, a veces mal, pero el resultado acallaba las voces, hasta Chile en la Copa América.

Tras el duro golpe, Osorio admitió: «Me equivoqué en todo. Estoy muy avergonzado». El equipo fue un esperpento ante Chile, que también jugó su mejor partido desde la Copa América 2015. Y ese es el fútbol: Pizzi era cuestionado y ahora es un gran estratega. Su equipo mejoró hasta ser una máquina de pases, intensidad y anotaciones. En contraste, Osorio ganó nueve partidos seguidos y ahora perdió con el segundo peor resultado de una Selección Mexicana en su historia.

El mayor cuestionamiento se vuelva sobre ‘la rotación’ y creo que es un debate válido. No dudo que Osorio, de seguir en su cargo, modificará este principio. Buscará un equipo más o menos titular, con una defensa estable, y hará sus cambios habituales en zonas del campo menos críticas. El risaraldense ha dirigido equipos de todos los tenores, de débiles a poderosos, y ha tenido que adaptarse a contextos diferentes. No es tonto.

Estimo que el error es la adaptación del concepto de ‘la rotación’ de un club a una selección. En un club, los jugadores son un grupo limitado de personas que entrenan juntas al menos cinco días por semana. Se conocen, comparten e interactúan permanentemente. Los jugadores son, además, activos del club. Esta entre los intereses del club potenciar sus capacidades para ser vendidos y, claro, ganar títulos.

Osorio utiliza métodos poco convencionales (Foto: Wikipedia)

Osorio utiliza métodos poco convencionales (Foto: Wikipedia)

Las virtudes de la rotación en un club son claras. La creación de un ambiente competitivo entre los jugadores mejora el rendimiento, porque obliga al jugador a dar el máximo. Si no hay ningún titular permanente, la posibilidad de ser suplente siempre está ahí. El deportista, entonces, trata de destacarse para ganar un puesto y mantenerlo el mayor tiempo posible. Para los que eran suplentes con otro técnico es también un estímulo: ya no se siente un actor descartado, sino un protagonista, capaz de tomar el lugar de su compañero. La competencia, en principio, es virtuosa y, junto a trabajos específicos, incentiva el desarrollo de nuevas habilidades.

Adicionalmente, la rotación ayuda a tener jugadores con menos tiempo de juego en competencia. Cuando las escuadras con un solo equipo titular sufren por el cansancio, el que rota está más fresco.

Las desventajas también son claras. No tener once titulares desestimula la creación de conjuntos de entendimiento, por decirlo así. La repetición y la rutina entre varios jugadores posibilitan conocer al otro y conocer cómo juega. Sucede con todos los que practican un juego de conjunto con alguna seriedad, aficionados y profesionales. Entre más se esté con alguien, más se conoce, con sus virtudes y defectos.

A la vez, si no se lleva con tacto, la competitividad entre compañeros puede convertirse en hostilidad. El deseo de ganar un lugar puede llevar a entrenamientos más intensos, posibles lesiones y resentimientos entre unos y otros. Osorio es un técnico que está cerca a los jugadores, se relaciona con ellos, y ha sabido evitar dichas rispideces.

Lo que se concluye de ambas posturas, ambas respetables, es que una prioriza el desempeño individual y la otra el grupal. La rotación se aplica en los individuos y busca que estos, cada uno, dé su mejor desempeño. En teoría, la sumatoria de los esfuerzos individuales mejorados, junto a ciertos conceptos de juego, mejora el conjunto. La postura de la estabilidad, por el contrario, intenta construir un conjunto unido, con movimientos mecanizados y que se conoce. Una visión holística: el conjunto es más que la suma de las partes.

Transportando esta reflexión a la dinámica de un Seleccionado Nacional, las virtudes de la rotación son menos efectivas. El seleccionador llama, en teoría, a ‘los mejores jugadores’ del país. En ese sentido, el perfeccionamiento de los mismos por medio de la competencia pierde validez, porque, si un jugador es deficiente, simplemente se puede llamar a otro.

El mentado tiempo de trabajo es tal vez el principal obstáculo. Para que un equipo que aplica esta metodología funcione, es necesario que no sea evidente el cambio entre un jugador y otro en el sistema del equipo. Esto necesita un tiempo significativo para que los movimientos estén mecanizados por todos convocados, así, si entra uno u otro, que el cambio no sea radical. El sistema se impone a los nombres particulares.

En las selecciones dicho tiempo no existe. En ese sentido, el cambio suele ser significativo. Los jugadores entrenan en sus equipos formas de juego diferentes y deben adaptarse rápidamente a los requerimientos del equipo nacional. Si, además de eso, no pueden utilizar el poco tiempo que tienen para trabajar en un contexto estable, es difícil que se desempeñen consistentemente.

Es por esto y por el resultado del partido con Chile, que si Osorio continúa en el cargo, creo que restringirá la rotación. La defensa es la que, habitualmente, necesita más trabajo, porque el error tiene graves consecuencias (pregúntenle a Venezuela). Por ello, es posible que mantenga una defensa y un arquero relativamente estables, y en ataque modifique con más constancia. En lo táctico es probable que acote sus cambios tácticos a dos o tres esquemas comunes y evite su constante modificación, ante un limitado tiempo de trabajo con los jugadores.

Eso sí: de seguir, no hay duda, Juan Carlos Osorio deberá realizar ciertos cambios en su forma de dirigir. Si no, está condenado a ser criticado permanentemente por la rotación y, ante el siguiente traspié, por muy pequeño que sea, despedirse de su puesto. Ante una derrota tan fuerte, solo queda el aprendizaje.