Suicide Squad (Escuadrón Suicida) es una de las películas más esperadas del verano en el hemisferio norte. Una nueva edición al universo cinematográfico de DC Comics. El último fragmento fue poco feliz, Batman v Superman. Por desgracia, parece que los directores, libretistas y editores de Warner Bros. tienen una línea editorial que se mantuvo en ambas películas: falta de foco y desorden generalizado.
En el mundo cinematográfico, muchas veces menos es más. El ejemplo está a la vuelta de la esquina: Marvel hace películas de cada uno de los personajes, que comparten un mismo universo, y después una serie de películas con todos ellos. Es más, la última Capitán América: Civil War es más una película de los Avengers que del héroe americano.
Esta estrategia ha funcionado mejor, ya que hace que los personajes importen. Además determina con bastante facilidad quiénes son los protagonistas. La gran mayoría de los sujetos en estas películas individuales no tienen mayor preponderancia en el universo de Marvel, pero si la cinta establece un par de personajes, vale la pena.
El mejor ejemplo de una cinta que presenta múltiples personajes heroicos por primera vez fue la sorpresiva Guardians of the Galaxy (2014). La ventaja en este caso es que los guardianes no tienen una identidad individual conocida. Se piensan como grupo y la película los establece como un típico conjunto de superhéroes: disfuncionales pero con objetivos comunes.
La trama en este caso es ya conocida: Amanda Walle (Viola Davis) decide crear un grupo de los mayores villanos que se encuentran presos en Belle Reve. La idea, bastante absurda, es tener una fuerza de choque capaz de actuar en caso de que los superhéroes se revelen al orden establecido. Recluta un número de villanos y los pone a trabajar bajo su mando.
El Escuadrón Suicida, por desgracia, muestra el deseo de DC para empatar la cuenta lo más rápido posible con Marvel, quien ha dominado buena parte del negocio cinematográfico por los últimos años. Esa es la época en lo que nos encontramos: grandiosas producciones multimillonarias pensadas para hacer, al menos, mil millones de dólares en taquilla.
Infortunadamente, la sensación entre los críticos (la idea de ‘Consenso crítico’) es que ese deseo de introducir una cantidad ridícula de personajes hace de la cinta un disparate, desordenado e inconexo.
Opinión general
Los críticos, con pequeñas excepciones, han vapuleado fuertemente a la cinta dirigida por David Ayer, por el libreto, la narrativa, la dirección y la actuación, particularmente la de Jared Leto como The Joker.
Ésta es la constante en las películas de DC Comics. Ante lo sucedido en Batman v Superman, golpeada por los críticos por falta de foco, WB solicitó que algunas escenas fueran regrabadas y partes reeditadas. Esto se nota y explica parcialmente la estructura reiterativa de la cinta. A la vez, no resolvió ninguno de los problemas. Dos veces con la misma roca.
Nada supera la debilidad estructural de la cinta. Una primera parte, de una hora, en la que se presentan los personajes, antecede a la acción real. Con todo ese tiempo para establecerlos es diciente que todos, menos Harley Quinn (Margot Robbie), pasen como relleno. El arco narrativo de la villana es tan confuso como el de los demás, pero su actuación es mejor. David Edelstein (Vulture) la llama ‘el pedazo de narración más desordenada del año’.
A la vez, Kyle Smith en el New York Post afirma:
Suicide Squad no es una película -es un tráiler de dos horas, un derbi de demolición de acciones apenas explicadas y apuntes cómicos-. Si destaca en algo es en su desorganización: lo que prometía ser el Super Bowl de los vilanos terminó siendo un juego de niños.
Cinematografía y dirección
El tono no permite al público disfrutar de lo que se pensaba como un viaje divertido, sobre todas las cosas. Claro, uno que planteara preguntas morales sobre las acciones de ‘lo peor de lo peor’, pero que combinara estos momentos con imaginación audiovisual. Sorpresa, sorpresa… nada de ellos paso. El filme se queda en el punto medio entre no ser ni muy oscura, tomando la premisa más seriamente, ni muy jovial, dándole un toque sarcástico al asunto.
En Vulture, David Edelstein lo resume:
Pero los realizadores de Suicide Squad no pueden comprometerse con su premisa porque temen que una audiencia masiva PG-13 no pueda manejarlo. Lo ‘peor de lo peor’ termina siendo suave en el fondo y la parte de ‘suicidio’ en el título no significa nada […] Así, las batallas climáticas son sólo CGI en el vacío – sonido y furia que no significan nada-.
David Ayer escribió la cinta y se nota la falta de otras voces que modificaran algunas de sus decisiones. El inicio es una recapitulación de más de una hora de la historia previa de los maleantes. Una cosa es presentarlos, otra contar la historia de sus vidas, en especial si dicha historia no tiene mucho que ver con la cinta. Probablemente hubiera sido mejor hacer una película sobre The Joker y Harley Quinn, por un lado, y el resto, por el otro. Otra estructura, que no intentara forzar empatía o desprecio.
Suicide Squad se mueve rápido, tan rápido que los personajes apenas tienen tiempo para odiarse entre ellos, mucho menos vincularse. Pero en vez de hacer una película más emocionante, el desorden desenfocado de la edición la aplana -es como ver las hélices de un helicóptero rotar por dos horas seguidas-.
Así resume esta disonancia Stephanie Zacharek de la Revista Time.
Otro elemento que molestó a los espectadores especializados fue el uso de la música. Hay un nivel de literalidad que roza el ridículo. Si la escena es violenta, la letra de la canción es sobre la violencia, y si contiene maldad, versa la música sobre la misma. Es como aquellas risas artificiales que indican en las comedias cuándo hay que reírse, en forma de casete de grandes éxitos.
Dice al respecto Amy Nicholson (MTV):
En vez de concentrarse en el escuadrón del título -la química que la gente quiere ver- Ayer amplía los usuales trucos de DC: peleas oscuras, una aburrida dependencia en pistolas y puños, una visión cínica ‘todos apestan’ de la política, y una lluvia repentina que los baña a todos. Es lodoso e impensado, un joven furioso gritando sobre el popurrí de rock clásico de sus padres: The Rolling Stones, The Animals y una canción de hace 14 años de Eminem.
Personajes y actores
Primero lo obvio: la cantidad de personajes supera por mucho el interés que los espectadores podían prestar a una cinta mediocre. Esto no es ni cerca Magnolia (1999) de Paul Thomas Anderson. Cada uno cae en el genérico mote de ‘tipo malo pero con corazón’ o ‘demente’ que tanto gustan algunas de estas películas de superhéroes.
Algunos críticos salvan a Margot Robbie, menos a Will Smith (Deadshot) y ninguno a Jared Leto. Del resto, muy poco que decir. Sólo Devin Faraci (Birth.movies.death) rescata a ‘El Diablo’.
Robbie como Harley Quinn es la más interesante, sin ser excelente, tanto por su aspecto como por su actitud. La australiana parece ser la única en entender que la película: para superar el lugar común de DC y Warner, debe ser divertida y no sólo brumosa. Su aspecto es resaltaoa en la película y esto hace parte de la gracia de su personaje. Esto incluye tomas ‘sensuales’ pensadas para el público juvenil, seguramente.
Nicholson y Zacharek destacan el papel de Robbie como lo único bueno de la cinta. Dice ésta última: «La entrada de Harley Quinn en Suicide Squad es el mejor momento. Después de eso, puedes irte. Robbie es una actriz criminalmente atractiva, adorable de todas las formas, pero aparte de la introducción, la cinta no la favorece».
Faraci la incluye en los personajes aceptables y los demás críticos la ven como lo menos malo, aunque critican por ser inconsistente y sin ninguna motivación real.
El mayor consenso está en The Joker de Jared Leto, junto a Robbie, la actuación más esperada de la película. En este caso, el hecho de ser un ‘actor de método’ lo perjudicó. No entendió el componente hilarante del personaje, tanto en los comics como en el cine. Es simplemente un sádico genérico, con una apariencia ridícula que aúlla ‘locura’, por si no fuera ya bastante obvio. La inmersión es un proceso serio y en un personaje que tiene partes cómicas, no ayuda mucho.
Faraci lo resume: «la entera trama del Guasón no tiene lugar en el filme y puede extraerse sin perder NADA. Bueno, perderías su irritante y fundamentalmente ridícula interpretación del personaje, lo que de hecho hubiera sido una mejoría».
Conclusiones
Con un índice de aprobación de 26% en Rotten Tomatoes y 40 sobre 100 en Metacritic, es claro que la película falló en muchos niveles. Hemos visto ya las principales críticas: libreto y estructura absurdos, sin norte, ni fines ni medios; personajes inocuos y mal construidos; una edición torpe, y un tono inconsistente. No es, increíblemente, lo único.
Además del audio, la posproducción tiene su mayor pecado en el uso de los efectos especiales (CGI). Varios críticos la equiparan en calidad a la Momia (1999), tristemente célebre por su bajo nivel. Los villanos, Enchantress y Incubus, son muy artificiales y nunca representan una amenaza real.
A un elenco genérico de villanos, se le agregan enemigos sin gracias, y se tiene la receta perfecta para una película deficiente. Si es el deseo de Warner Bros. Pictures y DC Entertainment continuar explotando sus marcas, deberán darle un vuelco a cómo piensan estas cintas y su competencia con Marvel.