Consenso crítico – La mediocridad de Warcraft

Durotan, el personaje principal de los orcos (Universal Pictures)

Durotan, el personaje principal de los orcos (Universal Pictures).

Las opiniones sobre la película derivada de los juegos de Blizzard Entertainment, Warcraft, han sido poco amables. Esto no ha evitado que monetariamente la película haya sido exitosa o al menos no haya fracaso, faltándole aún parte de su recaudación, con más de U$300 millones en taquilla.

La salvación llegó del público chino, que la ha hecho una de las películas más exitosas de la historia en dicho país. En Alemania fue la más vista en 2016, pero en Estados Unidos la recaudación decepcionó. La calidad de la película es un factor fundamental para comprender este fenómeno.

Poster de la película (Universal Pictures).

Poster de la película (Universal Pictures).

La trama es bastante típica para nuestros días, pero cuando fue creada originalmente (1994) era menos común. El planeta de los orcos, Draenor, está muriendo. El malévolo brujo Gul’dan crea un portal para viajar al mundo de los humanos, Azeroth, que vive en paz, con el fin de conquistarlo. El personaje más importante entre los orcos es Durotan (Toby Kebbell), el líder de un clan, y entre los humanos el rey Llane Wrynn (Dominic Cooper). Así, el choque es inevitable. La película nos presenta ambas perspectivas.

Infortunadamente, el esfuerzo de Duncan Jones (Moon y Source Code) palidece, no por falta de presupuesto o tiempo, sino por dos factores principales, diría yo: un material de base inmenso, muy difícil de resumir coherentemente en un par de horas, y un tardío lanzamiento a un público saturado de ‘high fantasy’. Con el Señor de los Anillos o Game of Thrones en el léxico colectivo, la trama y la estética del filme sufren sobremanera.

Pero para entender realmente las críticas y halagos más significativos a la película distribuida por Universal Pictures, cuya fecha de lanzamiento en Latinoamérica es el 30 de junio, no hay nada mejor que ir a la fuente directa. En eso consiste ‘Consenso crítico’: la recopilación de algunas de las opiniones críticas más respetadas del mundo del cine, con el fin de encontrar los puntos comunes que permiten formar una opinión coherente.

Opinión general

En su reseña de la película, el respetado Kyle Smith (New York Post) da dos estrellas de cuatro posibles a la película. Afirma que la intención del director es hacer un Señor de los Anillos sin las partes aburridas, pero, sin ellas, le quita todo el sentido a la fábula. Por eso, se convierte en un espectáculo de efectos sin sustancia (¿Michael Bay?).

Opinión similar tienen Stephanie Zacharek (Time), y James Berardinelli (ReelView), aunque con sus propios matices. Zacharek asegura que la película no es ni la peor ni la mejor, pero la trama es genérica e incoherente. Berardinelli resalta la ausencia de sustancia en el espectáculo visual de Warcraft y la compara con las malas películas de fantasía de los 80 y los 90. Dice en su reseña:

Dado un lienzo considerablemente grande, es posible que la historia básica de Warcraft pudiera tejerse en una convincente aventura fantástica. El potencial está al menos ahí. Compactado en dos horas, sin embargo, tenemos lugares comunes y poco más. El desarrollo de los personajes es tan superficial como el avance de la narrativa, apurado a un ritmo abrumador, sin parar nunca para permitir a las situaciones respirar.

Opiniones un poco más benévolas tienen Manohla Dargis (New York Times), Amy Nicholson (MTV) y Devin Faraci (Birth.Movies.Death), estos dos últimos dos de mis preferidos. Para los tres, la película no es mala, pero tampoco buena. El deseo de hacer una gran película está ahí, pero la ejecución es deficiente. Está en un punto medio. Para disfrutarla, lo mejor es intentar darle el menor peso posible a los errores y concentrarse en sus virtudes.

Cinematografía y dirección

El consenso es que Duncan Jones sabe lo que está haciendo. Su control de la cámara es bueno y la película los muestra. Faraci, en tono comprensivo, resalta la labor del director, quien llegó a la producción relativamente tarde:

El conflicto principal en el corazón de Warcraft no está entre los orcos y los humanos sino entre el director Dundan Jones y el monstro de película con la que debe pelear […]. Que logre algún éxito es admirable. Que logre triunfar en la medida en que lo ha hecho es hercúleo.

Dargis, Nicholson y Zacharek destacan la capacidad cinematográfica de Jones, con momentos bien construidos, con interesantes encuadres e instantes de emoción, en medio de un rio de exposición y efectos visuales. Se destaca el intento del director de comprimir una cantidad absurda de material en las dos horas de cinta.

Para Smith, la virtud de la cinta es que, a pesar de sus problemas, no es desastrosa. No lleva a la risa, pero la construcción de la cinta es deficiente, por decir lo menos. La cantidad de exposición, la hace críptica y difícil de seguir, aún conociendo los juegos sobre los que está basada. El diálogo también está lleno de lugares comunes y formulas repetitivas.

Personajes y actores

Hay un punto en común en todas las críticas: el muy pobre casting y el desordenado desarrollo de los personajes. La trama de los orcos es mucho más atractiva que la de los humanos y generan más empatía, a pesar de ser caricaturescas representaciones digitales sin sentido de las proporciones. Asegura Nicholson con tono burlón:

La intranquilidad en Warcraft casi distrae de la mediocre animación. ¡Por el amor de dios!: no quiero ver otros ojos resplandecientes hasta que vea nuevamente The Neverending Story (tonta electricidad de los dedos, puedes quedarte). Si se muestran más nervioso, podremos incluso perdonar las malas actuaciones, como el tonto mago de Ben Foster y su inepto mofletudo (Ben Schnetzer), quien parece más un estudiante de leyes abrumado. Pocos actores pueden manejar la pantalla verde.

El único que se salva es Toby Kebbell, ¡sin siquiera mostrar la cara! Su personaje es una animación y se usó tecnología de captura de movimiento para adaptar sus gestos faciales. La escena ‘sensual’ entre Garona (Paula Patton) y Medivh (Ben Foster) es una de las más vapuleadas, por su extrañeza en el contexto de la película. Una cuota se tensión sexual artificial y ridícula.

La animación es también objeto de burla. Cualquier fanático de Blizzard Entertainment sabe que no hay otra compañía con su calidad para hacer animaciones 3D, lo que hace más chocante el estilo usado. Los humanos y los orcos se ven poco naturales juntos. El estudio intentó mantener el estilo caricaturesco de los juegos, desproporcionado y esto es objeto de risas. Los orcos del Señor de los AnilloWarcraft, la referencia visual más presente, son totalmente diferentes.

Para todos los críticos, los rasgos faciales de los orcos y sus proporciones eran poco menos que ridículos. Dice Dargis:

Si hay una mitología acá, me la perdí, tanto como si me hubiera perdido el encanto y la ligereza periódica del mundo de Tolkien, con sus hobbies y su comarca. Warcraft, en contraste, llega como una guerra hobbesiana de todos contra todos, aunque tiene espacio para un poco de romance y guiños ‘campy’. Además, de manera más sorprendente, ofrece lugares grises, notablemente con Durotan, un jefe orco con manos tan grandes como escarabajos Volkswagen.

Conclusiones

La película pudo ser desastrosa y parte de la crítica lo piensa. No es el desastre que suelen ser las cintas basadas en video juegos, pero está muy lejos del éxito. Las películas de nicho tienen esa particularidad: apuntan a un público específico. Eso explica parte de la disonancia entre los que consideran buena la película, mayoritariamente fanáticos de los juegos, y los críticos, que la juzgan como un producto que debe defenderse a sí misma, cosa que hace de manera deficiente.

Faraci concluye:

Así, Warcraft termina siendo una de esas películas que no puedo decir que es buena -tiene muchos problemas para ser ‘buena’ en un sentido tradicional- pero es una película muy interesante, una película que exhala con ambición y con emoción por el material de base.

Smith concuerda:

No, Warcraft no es un lío ridículo; se sostiene en sus términos. No intenta ser humorística o se limita a ser graciosa sin intención, y ofrece un poco más de complejidad de aquellas películas de acción sin pausa de las que se adaptan a video juegos. Es una película real, pero no es una buena.

Para los críticos, no es una entrada lo suficientemente buena para ser memorable, ni mucho menos. Está en el punto medio en el que no es buena, pero tampoco es terrible. Aceptable o deficiente resume el consenso. Llamativamente, el éxito que ha tenido en China puede permitir una secuela.

Cuando la película llegue a los cines en Latinoamérica, la veré y probablemente vuelque en este espacio mis propias conclusiones.